Desireé Huaranga Nalbarte (Perú)
Hace unas semanas el país entero salió a las calles al observar que el Congreso, el cual venía haciendo leyes a espaldas del pueblo, dio una última estocada al vacar a un presidente que debe ser investigado.
El día que todo explotó ya había gente en las calles exigiendo la renuncia del dictador Merino, entre la gente se observaba una juventud bastante indignada por esta política tradicional que adolece todas las enfermedades de transmisión social (clasismo, machismo, xenofobia, etc.), una clase política que no representa a la juventud, a las mujeres, a los trabajadores y que, sin ser adivinos, sabíamos que iba a gobernar nuevamente para los de arriba.
Acostumbrados a una prensa vendida que solo se dedica a desvirtuar noticias y a sindicar a todo manifestante de pertenecer a una organización que hizo mucho daño al pueblo peruano durante el conflicto armado interno, aparecieron dos consignas claves: “Ni merino, ni Vizcarra”, “Nueva Constitución”. La primera, era una respuesta a esta prensa que indicaba que las marchas eran para defender a Vizcarra, pero la juventud fue firme y dijo no, no se trata de personalismos, no queremos ni a él ni al nuevo dictador y, aquí viene la otra consigna, para cambiar el sistema político tradicional hay que cambiar esta constitución hecha en una dictadura que representa y avala todos los males que vive nuestro país. Los jóvenes ya no queremos ponerle parchecitos y hacer que funcione de una u otra manera, se necesitan cambios profundos para pensar una nueva forma de vida y de hacer un Estado que sea popular, soberano y paritario, donde seamos nosotros y nosotras quienes pongamos las reglas de juego.

Diseño CEDET / Fotografía de Internet
El tsunami empezó a crecer, ya no solo se veía personas que estaban en los 20’s sino también escolares en las calles o moviéndose en redes sociales, difundiendo, concientizando sobre la situación política de nuestro país. Ya no éramos los pocos gatos de siempre que pedimos cambiar este sistema neoliberal, ya no estábamos solos, nos respaldaban otros jóvenes, mujeres en primera línea desactivando lacrimógenas, brigadas médicas y como bien decía Gioconda Belli “la solidaridad es la ternura de los pueblos”. Eso se vio reflejado aquel jueves cuando muchos compañeros fueron heridos por una Policía represiva que disparó sin problema, como siempre lo ha hecho en diferentes conflictos sociales que hemos vivido, sobre todo fuera de Lima. Las redes sociales se dispararon denunciando los hechos, la gente quería apoyar desde sus casas, el Perú entero estaba indignado... Lo peor ocurrió el sábado 14 de noviembre, dos jóvenes que salieron a defender su patria perdieron la vida por culpa del dictador y sus secuaces, se escuchaban cacerolazos, la gente lloraba las muertes injustas, el ministro del interior y la Policía se lavaban las manos después de amedrentar a los familiares de estos. Tras ello, se rompió el vínculo ciudadano-policía y tardará muchísimo en volver a construirse. Las muertes de Inti y Jack no deben quedar impunes, quizá el tsunami empiece a bajar con el pasar de los días, pero no debe ser así, aún quedan consignas por las que luchar, no basta con la renuncia de Merino, no basta con un Sagasti como presidente, nunca bastará porque solo el pueblo salvará al pueblo.
Biografía
Desireé Huaranga Nalbarte es estudiante de 9no ciclo de Sociología de la Universidad Nacional Federico Villarreal, activista, feminista y socialista.