Resistiendo desde la sanación colectiva

Jazmín Reyes (Perú)
En las últimas semanas, nuestro país ha enfrentado uno de los despertares políticos más importantes de las últimas décadas. Despertar político que viene del hartazgo de la clase política actual y del cansancio a la indiferencia de un grupo de la población que le tiene miedo al cambio, a un nuevo orden social y político. Despertar político cuyos protagonistas fuimos los jóvenes, de la bien llamada “Generación del Bicentenario”, cuya esencia es el hambre por la transformación social y la rabia organizada que no solo busca la transformación sino la disolución de estructuras obsoletas que gritan por ser destruidas para dar paso a un nuevo orden social, en donde no existan dinámicas de corrupción ni ningún tipo de violencias estructurales.
Este despertar político ha venido acompañado de otros despertares: sociales, estructurales y sobre todo individuales. Porque las dinámicas de las estructuras sociales de un país resultan un reflejo de nuestros procesos individuales y de nuestras estructuras internas. Y es justamente lo que las estructuras de poder no quieren. Las estructuras de poder no quieren que despertemos porque al despertarnos, reaccionamos y transformamos. Las estructuras de poder son estructuras de corrupción que son obsoletas y dentro de esas estructuras de poder nunca la salud mental ha sido una prioridad; porque al trabajar en nuestra propia sanación como individuos, comenzamos a despertar, a cuestionar, a preguntarnos y las estructuras de poder le temen a eso. El Estado, durante siglos, nos quiere dormidos/as y pasivos/as, porque cuando empezamos a sanar, despertamos, y cuando despertamos se inicia la transformación verdadera, una transformación que ya viene llegando sin vuelta atrás.